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Viajar con el michi y Firulais: historias y recomendaciones sobre traslados de mascotas en los aviones


Los perros pueden viajar arriba sin necesidad de ir en un transportín, incluso en el caso de razas grandes. No se recomienda que los de hocico chato vayan en la bodega.

En cabina o en bodega. Cada vez hay más mascotas en los aviones. Para que esto pueda ocurrir es necesario seguir protocolos, sacar certificaciones sanitarias y pagarle a la aerolínea. A continuación, algunos testimonios de uruguayos que viajan junto a sus “peludos”. Y recomendaciones para hacer vuelos sin sobresaltos.

Dante Filosi es chef de profesión, vive hace tres años en Estados Unidos y es dueño de una border collie que lo sigue a todas partes. Su compañera se llama Dylan (en homenaje al cantante Bob Dylan) y cuenta con un carnet de “perro de servicio” (en su caso de “apoyo emocional”), por lo cual viaja gratis a bordo de los aviones.

“Hemos hecho muchos vuelos locales e internacionales. La primera vez fue cuando me mudé de Colombia a EE.UU. Después hemos viajado de Puerto Rico a Texas, de Texas a Nueva York y de Nueva York a Chicago. Cuando cambiás de país es mayor la papelería que tenés que presentar, sobre todo por temas sanitarios. Como yo la tengo como ‘perro de servicio’, en los vuelos internos es mucho más fácil, porque no hay que hacer ninguno de esos trámites y aparte viaja arriba conmigo”, dice el cocinero uruguayo sobre Dylan, que este mes está cumpliendo 10 años.

“Cuando es un animal de servicio, la ley estadounidense dice que no te pueden hacer preguntas sobre la documentación. Pero si tuviera que viajar fuera de Estados Unidos, tengo que adaptarme a las leyes del país al que voy. Y normalmente tenés que llevar las vacunas, incluso hay algunos que te piden un chip. Cuando viajé a Uruguay con otro perro que tuve, fue necesario presentar un montón de cosas”, agrega.

Dante dice que, por suerte, Dylan se comporta muy bien, que nunca ha hecho sus necesidades durante el vuelo y que lleva una botellita de agua para hidratarla. La perrita va en el suelo entre sus pies y por lo general se roba varias caricias de los pasajeros. “El viaje más largo que hicimos habrán sido cinco horas. Normalmente en los aeropuertos de EE.UU. hay una parte para los perros, donde los podés soltar, pueden hacer sus necesidades, toman agua y tienen un tiempo de relax antes de viajar”, explica.

Vuelo gatuno

Martu Scherschener es uruguaya y vive en Barcelona, desde donde ha viajado con su gatita Ella (le puso ese nombre por la cantante Ella Fitzgerald), de 5 años. “La llevo conmigo en una mochila con la que también la saco a pasear en Barcelona. En total, todo no puede pesar más de 10 kilos”, comenta a Domingo.

Martu y Ella han hecho viajes realmente largos. Un vuelo a Barcelona, con escala en Madrid, son 13 horas, pero más las esperas y los traslados, la gatita ha llegado a estar 20 horas dentro del transportín. “Le doy algo que me recomienda la veterinaria para sedarla, así va relajada o durmiendo También uso feromonas. La traje una vez a Uruguay porque venía a quedarme tres meses. A la ida, durmió y estuvo súper tranqui. A la vuelta ya estaba un poco más nerviosa, maulló un par de veces. Ahora vamos a viajar de vuelta porque voy a estar dos meses en Alemania”, comenta a Domingo.

Martu explica que durante el viaje no le da de comer para que no haga sus necesidades, aunque sí le proporciona agua. De todos modos, en un momento la llevó al baño con una bandejita con arena sanitaria y la gatita orinó. Tras volver a Barcelona, Ella quedó “medio traumada” con la mochila. “La verdad es que no sé si volvería a hacer un viaje tan largo con ella”, reflexiona su dueña.

Por último, Martu comenta que llevarla en la cabina le costó más de 400 euros, a lo que se le sumaron gastos de veterinarios y certificados (entre ellos un test de sangre que tuvo que mandar a hacer a EE.UU. y le demoró tres meses) que duplicaron esa cifra.

Travelling Pets

Michelle Delacroix y su hermano Matías están al frente del emprendimiento Travelling Pets, con el que se encargan de todo lo necesario para el transporte de las mascotas: desde los trámites hasta el asesoramiento a los dueños. “Yo trabajo desde hace más de 20 años en comercio exterior, en la parte de logística. Y mi papá también trabajaba con ambos temas. A partir de la crisis de 2002, cuando hubo una gran migración, empezamos a trabajar con mascotas. La empresa se dedicaba también al transporte de animales, básicamente de caballos, pero no de mascotas”, explica Michelle a Domingo. Cuando su papá falleció, ella y Matías comenzaron a dedicarse de lleno a los viajes de perros y gatos.

Travelling Pets recomienda acostumbrar al animal a estar en el contenedor en el que va a viajar, darle largos paseos y jugar con ellos más de lo habitual para evitar el estrés que le pueda ocasionar el vuelo y controlarle las raciones los días anteriores al embarque. También dejarle un peluche o manta dentro del transportín y no sedarlos, incluso cuando vayan en la bodega, porque los cambios de presión y el efecto del fármaco pueden ser contraproducentes. “Lo que yo noto es que las aerolíneas en vez de ser cada vez más pet friendly van por el lado opuesto. Cambió mucho después de la pandemia, cada vez ponen más limitantes”, cuestiona Michelle.

Una de Pluna

El transporte de mascotas puede tener complicaciones e incluso consecuencias trágicas si se hace mal (por ejemplo en caso de que no se controle el aire de la bodega). Lo que sigue es una historia real, contada alguna vez por un conocido comunicador uruguayo que trabajó en la desaparecida aerolínea Pluna.

Cierto día llegó al Aeropuerto de Carrasco un perro muerto que viajaba en la bodega. Los empleados se miraron sin saber qué hacer. Hasta que uno sugirió remplazar al can por otro vivo. La tarea no sería difícil, pues era un perro “policía”, una raza bastante común en Uruguay. Presupusieron que su dueño no se daría cuenta. Y se deshicieron del cuerpo.

Pero cuando el propietario llegó a buscar a su perro y lo vio vivito y (literalmente) coleando, armó un escándalo. Afirmaba que no era el suyo. Y los empleados insistían en que sí era. Hasta que el dueño terminó la discusión con una frase lapidaria: “El mío estaba embalsamado”.

En cabina o bodega: certificados veterinarios requeridos

Para que un perro pueda ingresar a Uruguay debe presentar un Certificado Veterinario Internacional (CVI) o un pasaporte específico para mascotas. Debe haber sido sometido, dentro de los 10 días previos a la fecha de emisión del CVI, a un examen clínico efectuado por un veterinario matriculado en el país exportador, que acredite que el animal se encuentra clínicamente sano, sin evidencias de parasitosis y que está apto para su traslado hacia Uruguay.

El perro debe estar chipeado, desparasitado y con la vacuna antirrábica vigente (en el CVI deberá constar fecha de vacunación, tipo, serie y marca de vacuna), entre otros requisitos que pueden consultarse en el sitio web de la Presidencia de la República.

En cuanto a los gatos, también deben presentar el CVI y haber pasado por el examen clínico y el proceso de desparasitación interna y externa.

También en las páginas web de las aerolíneas se puede obtener información. Iberia, por ejemplo, aclara que permite transportar en la bodega a perros y gatos con dos excepciones: los braquicéfalos (con hocico excesivamente corto porque pueden tener problemas respiratorios) y los considerados como razas peligrosas.

 

 

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